Salir de fiesta, pedir un martini, sonreír con esa sonrisa soberbia, frívola al chico más guapo del local y luego cuando te invite a una copa, llevársela y susurrarle al oído "No cariño, esta noche no". Guiñarle un ojo antes de irte y luego salir sonriendo con esa sonrisa ladeada que demuestra que esta vez la partida la has ganado tú y lo mucho que eso te divierte.
A todos y cada uno de nosotros nos gusta ser frívolos, soberbios, egocéntricos... a todos. A unos más y a otros menos, pero en cierto modo a todos nos gusta sentir que podemos jugar con el mundo a nuestro antojo sin que nadie lo impida.
Muy buena y acertada reflexión!
ResponderEliminarBESOS
Jajaja! Genial entrada, adoro esos días en los que me levanto sonriendome a mí misma.
ResponderEliminarEsos días son en los que realmente te sientes feliz, feliz contigo misma, no crees¿?
Jaja, pasatee, MMMmuuuacks.